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Claves del Foro Económico Mundial para entornos laborales saludables

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    Consejo COLEF
  • hace 20 minutos
  • 4 Min. de lectura

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CUANDO MOVERSE ES PARTE DEL TRABAJO: CLAVES DEL FORO ECONƓMICO MUNDIAL PARA ENTORNOS LABORALES SALUDABLES

El Foro Económico Mundial subraya el papel de las empresas en la prevención de enfermedades crónicas a través de entornos laborales que favorezcan la actividad física. Frente al elevado coste sanitario de la inactividad, propone estrategias que requieren planificación rigurosa, espacios activos y programas coherentes. Este artículo analiza las claves del informe desde una perspectiva que reconoce la importancia de integrar el ejercicio físico con visión estructural, fomentando políticas corporativas alineadas con la salud pública y con criterios técnicos que garanticen seguridad, eficacia y sostenibilidad.

La inactividad física cuesta a los sistemas sanitarios mundiales unos 27.000 millones de dólares al año. La cifra, publicada por el Foro Económico Mundial en una reciente entrada en su perfil de LinkedIn, no solo llama la atención por su magnitud, sino porque señala una realidad que atraviesa la vida diaria de millones de personas trabajadoras: pasamos muchas horas sentadas, con escasas oportunidades para movernos. El entorno laboral, a menudo parte del problema, puede y debe convertirse en parte de la solución.


UNA MIRADA GLOBAL AL BIENESTAR METABƓLICO


Consciente de este desafío, el Foro Económico Mundial publicó el informe Promoting Health and Well-Being: Employer Strategies for Encouraging Healthy Weight and Metabolic Wellness, en el marco de su iniciativa Healthy Workforces. Este documento pone el foco en una cuestión clave: cómo pueden las organizaciones contribuir de forma activa a la prevención de enfermedades crónicas, en particular aquellas vinculadas al sobrepeso y a los desequilibrios metabólicos.


El informe no se limita a seƱalar la gravedad del problema. Plantea un enfoque sistĆ©mico, basado en la colaboración entre sectores y en la corresponsabilidad compartida: empleadores, gobiernos, sistemas de salud, instituciones acadĆ©micas e inversores tienen cada cual un papel que desempeƱar. La idea central es clara: abordar el bienestar desde una lógica de ā€œtoda la sociedadā€ es mĆ”s eficaz que hacerlo desde compartimentos estancos.


MOVERSE COMO PARTE DEL TRABAJO


Entre los múltiples factores abordados, la actividad física aparece como eje transversal. El informe no solo señala la importancia de combatir el sedentarismo, sino que aporta recomendaciones concretas para lograrlo. Se anima a las empresas a rediseñar sus espacios para facilitar el movimiento incidental (escaleras accesibles, zonas de pie, recorridos internos), a organizar descansos activos, a fomentar reuniones caminando, a ofrecer incentivos para el uso del transporte activo y a facilitar el acceso a instalaciones deportivas, retos o clases colectivas dentro del horario laboral.


MÔs allÔ de la infraestructura, el texto insiste en que estos cambios deben formar parte de una transformación cultural. La salud no puede entenderse como una responsabilidad exclusivamente individual, ni como un añadido decorativo a las políticas de recursos humanos. Integrar el movimiento en la jornada laboral exige repensar rutinas, ritmos y prioridades desde una perspectiva amplia y comprometida.


UNA ESTRATEGIA COMPARTIDA ENTRE SECTORES


La propuesta del Foro Económico Mundial trasciende el Ômbito empresarial. En su tabla de estrategias compartidas, se asignan responsabilidades al conjunto de actores sociales. A los gobiernos, se les insta a desarrollar políticas de alfabetización física desde la infancia y a diseñar entornos urbanos que favorezcan la movilidad activa. A los servicios sanitarios y sociales, se les anima a trabajar con comunidades y organizaciones deportivas para extender las oportunidades de movimiento. A las instituciones académicas, se les encomienda la tarea de aportar evidencia que oriente el cambio. Y a los inversores, se les invita a incorporar entre sus criterios la apuesta de las empresas por entornos saludables, sostenibles y físicamente activos.


Este enfoque cooperativo refuerza una idea clave: las políticas de promoción de la salud no deben improvisarse ni limitarse a intervenciones puntuales. Necesitan planificación, coherencia y continuidad. Requieren también conocimiento técnico y capacidad de adaptación a los distintos contextos laborales, culturales y sociales. Solo así podrÔn traducirse en mejoras reales de salud y bienestar.


DE LA INTENCIƓN AL IMPACTO


Para que estas estrategias funcionen, es imprescindible que se integren en la cultura organizacional. Las intervenciones deben pensarse a largo plazo, no como campañas temporales, sino como parte del ADN de la empresa. También es esencial que estén adaptadas a la diversidad de la plantilla: personas con distintos niveles de condición física, de edad, con diferentes horarios y responsabilidades. AdemÔs, deben incorporarse mecanismos de evaluación y mejora continua que permitan ajustar las acciones a los resultados.


Muchas organizaciones optan por colaborar con agentes externos para diseñar o implementar estas estrategias. Este recurso puede ser muy valioso siempre que se asegure la coherencia del programa, su adecuación a los objetivos de salud y su ejecución con criterios de calidad. Una dirección técnica de servicios deportivos profesional, capaz de coordinar, supervisar y orientar el conjunto de actuaciones, marca la diferencia entre iniciativas simbólicas y transformaciones reales.


CUANDO EL TRABAJO TAMBIƉN CUIDA


En un mundo donde las enfermedades crónicas no dejan de crecer y donde las condiciones laborales influyen cada vez mÔs en la salud, pensar el trabajo como un espacio de cuidado colectivo ya no es una utopía: es una necesidad. Cada gesto que favorezca la actividad física en el entorno laboral es una inversión en salud pública. Pero no cualquier gesto vale: solo aquellos que se diseñan con visión de largo plazo, con criterio técnico y con respeto a las personas trabajadoras pueden marcar una diferencia real.


El Foro Económico Mundial ha puesto sobre la mesa una agenda ambiciosa. Corresponde ahora a los distintos sectores convertirla en realidad. Y en ese proceso, la actividad fĆ­sica —en todas sus formas, desde las mĆ”s lĆŗdicas hasta las mĆ”s estructuradas— tiene mucho que aportar.






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