DÍA INTERNACIONAL DE LA LESIÓN MEDULAR:
BENEFICIOS DE LA PRÁCTICA FÍSICO-DEPORTIVA
5 de septiembre
Día Internacional de la Lesión Medular: “Los esfuerzos de la OMS por mejorar la calidad de la atención y los resultados de salud en condiciones como la LM, garantizando equipos multidisciplinares de rehabilitación, confluyen con el perfil de un/a educador/a físico deportivo/a. Éste/a puede ayudar a mejorar significativamente los niveles de funcionamiento en lesionados medulares”. Dr. David Suárez Iglesias.
En el Día Internacional de la Lesión Medular el Consejo General de la Educación Física y Deportiva quiere difundir la importancia de la práctica físico-deportiva en personas con lesión medular, sean independientes o totalmente dependientes.
Por el Dr. David Suárez Iglesias, col. 59.832, miembro del Comité de educación físico deportiva en el ámbito sociosanitario del Consejo COLEF, docente e investigador en la Universidad de León.
Una lesión medular (LM) es cualquier evento, traumático o no, que daña la médula espinal y altera la función sensorial, motora o autonómica. El nivel neurológico de la lesión determina si ésta resulta en tetraplejía o paraplejía, pudiendo conducir a una discapacidad permanente y causar trastornos funcionales, psicológicos y socioeconómicos [1]. La pérdida de control somático y autonómico conlleva una reducción tanto de la respuesta cardiovascular el ejercicio como de la actividad física (AF), lo que empeora la condición física, la composición corporal y los perfiles metabólicos [2]. De hecho, las personas con LM se encuentran entre las que menos AF realizan en comparación a otras con diversas enfermedades crónicas [3]; si bien sabemos que se muestran más satisfechas con su vida si son físicamente activas y practican deportes [4], mejorando así el funcionamiento en la vida diaria y disminuyendo la discapacidad y el riesgo de problemas de salud secundarios como enfermedades cardiovasculares, respiratorias, diabetes mellitus u obesidad [5,6]. En este contexto, conviene facilitar la realización diaria de AF cuando esta población se reincorpora desde el centro de rehabilitación a la vida en comunidad [7]. No obstante, sus niveles de AF se ven condicionados por barreras personales (motivación, dolor, programación o recursos financieros), ambientales (disponibilidad y accesibilidad a programas, actividades y servicios especializados) y de la actividad (limitaciones en el equipo, la capacitación y las habilidades personales requeridas por las actividades seleccionadas) [8].
Los esfuerzos de la OMS por mejorar la calidad de la atención y los resultados de salud en condiciones como la LM, garantizando equipos multidisciplinares de rehabilitación [9], confluyen con el perfil de un/a educador/a físico deportivo/a. Éste/a puede ayudar a mejorar significativamente los niveles de funcionamiento en lesionados medulares. Está capacitado/a para apreciar las relaciones entre los beneficios, los facilitadores y las barreras de la AF en estos clientes [10], pudiendo sensibilizarse con sus necesidades únicas, y satisfacerlas adaptando las estrategias que promuevan exitosamente un estilo de vida físicamente activo. Igualmente, puede desarrollar e implementar las evaluaciones fisiológicas de la condición física que determinen la composición corporal, la función cardiorrespiratoria, la fuerza y la potencia muscular a la hora de iniciar un programa de AF [12].
A este respecto, encontramos recomendaciones formales de AF para adultos con LM. Para lograr beneficios en la condición cardiorrespiratoria y la fuerza muscular, deberían realizarse al menos 20 minutos de ejercicio aeróbico de intensidad moderada a vigorosa 2 veces por semana, y 3 series de ejercicios de fuerza para cada grupo muscular principal, a una intensidad moderada a vigorosa, 2 veces por semana. Para mejorar la salud cardiometabólica, se sugieren al menos 30 minutos de ejercicio aeróbico de intensidad moderada a vigorosa 3 veces por semana [11]. Entre las opciones para cumplir dichas recomendaciones, suelen encontrarse la ergometría de brazos o silla de ruedas, el entrenamiento de resistencia en circuito, el ciclismo manual, el entrenamiento en tapiz rodante, o también deportes como el baloncesto, tenis, rugby o esgrima en silla de ruedas [6]. En todo caso, hay que adaptarse a cada persona en función de la capacidad musculoesquelética resultante de las lesiones neurológicas. Por ejemplo, en personas que pueden caminar, donde la falta de habilidades en silla de ruedas limita la participación, podría apostarse por la natación, el ciclismo manual o las formas adaptadas de entrenamiento en circuito. Mientras, podría fomentarse el desarrollo de habilidades en silla de ruedas en aquellos clientes que caminan con ayudas técnicas como muletas, bastones o andadores [12]. Asimismo, en usuarios de silla de ruedas, para evitar lesiones por el uso excesivo de las extremidades superiores asociado a su empuje [13], conviene variar las típicas actividades y hacerles ejercitarse a lo largo de su vida tanto en climas cálidos y fríos como en espacios interiores y exteriores, lo que incluye opciones como el esquí alpino, la vela, el surf o el esquí náutico [14].
Es importante recordar que como educadores/as físico deportivos/as, podemos promover conceptos de diseño universal e inclusión en la AF y el deporte. Un ejemplo actual es el Centro de Referencia Estatal para la Atención a Personas con Grave Discapacidad y para la Promoción de la Autonomía Personal y Atención a la Dependencia de San Andrés del Rabanedo (León). Su Departamento de Deporte Adaptado, compuesto por educadores/as físico deportivos/as, ofrece un programa de AF adaptada que incluye a personas con LM, desde independientes a dependientes totales. Éstas participan en actividades con una orientación recreativa (natación, expresión corporal, gimnasias suaves, Yoga, aerobic en silla de ruedas, juegos populares, deportes alternativos, tenis de mesa, esquí alpino, esquí náutico, lanzamiento de dardos con cerbatana) o competitiva (atletismo, Boccia, orientación, slalom en silla de ruedas eléctrica). Todo ello con un triple objetivo: fortalecer la autoestima y aumentar su confianza; conservar y mejorar las capacidades físicas y mentales; y favorecer la socialización y reinserción en la comunidad [15].
REFERENCIAS:
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